El cielo parecía a esos dibujos de la enciclopedia Álvarez de tercer grado que querían representar el ojo de Dios.

La tormenta empezaba a amenazar:


Al final quedó en nada, cuatro gotas.
El objetivo fué el Tamron 28mm f2,5 y la cámara, cómo no, EOS 350D.
Saludos.