Yo nunca osé salir a pasear con la Bronica si no éramos tres: el servidor, la Bronica y su primo el trípode. Sé de algunos otros que prefieren correa al cuello, tensándola hacia abajo mientras aguantaban firmemente la máquina con el fin de intentar absorver la trepidación que produce el espejo.
Ese 75mm a mí siempre me gustó y en mi opinión, de los tres que tenía —el 1:4 40mm, el 1:2.8 75mm y el 1:3.5 150mm—, era el que mejor rendía ópticamente.