La química potinguera, como casi todo en esta vida, tiene sus límites.
Desde hace algún tiempo me siento atraído por la posibilidad de tintar las copias que imprimo/positivo. No por la posibilidad que así se conserven mejor -como se supone es la intención cuando se vira al oro, por ejemplo-, sino por el hecho de seguir jugando y descubriendo, uno, y por poder seguir trabajando las copias en mi cocina sin la necesidad de montar el
mini lab en el cuarto oscuro, dos.
Anduve mirando fórmulas de tintes -o viradores- y pidiendo presupuesto para comprar los químicos en bruto y fabricármelos yo, pero me encontré con dos impedimentos -aparte de mi inexperiencia, claro-: uno, es que son productos generalmente muy caros y dos, algunos de esos productos son tremendamente tóxicos. Tan tóxicos que no sé si tan siquiera puedo tirarlos por el desagüe. Así que me dije "la química potinguera, como casi todo en esta vida, tiene sus límites". Y decidí buscar productos ya terminados.
En el foro británico de FADU, en el que también participo, encontré muchas y buenas referencias a Wolfgang Moersch, artesano químico fabricante de muchos tintes que vende desde
su página. De entre todos los tintes que produce, un poco por preferencias personales y porque tenía que escoger alguno, elegí el
MT2 Carbon Toner, tinte que incrementa los negros o que lleva la imagen desde el marrón al rojo pasando por distintos tonos fríos/calientes -siempre en función del tiempo, la dilución y la temperatura- y del que el propio Wolfgang tiene imágenes en
su galería de Flickr.
Algo muy bueno en estos tiempos, es que, cuando le envié un correo para intentar hablar con él respecto los gastos de envío, altos para un sencillo bote de 100ml, el propio Wolfgang se ofreció a dividirme los 100ml en dos botes de 50ml y enviarme el tinte como carta por correo ordinario, con lo que los costes de envío se redujeron a casi la mitad.
Hoy he recibido el pequeño paquete con los tres frascos de 50ml: un primer bote de reductor y los dos de virador. Todo por 19 euros.