Muy interesante el post. No sabía la burrada de ejemplares que se habían fabricado, pero sí que se estuvo fabricando un diseño de los años 50 hasta bien entrado el siglo XXI.
Yo me estrené en el mundo réflex con una Zenit EM que lleva en la carcasa, sobre el pentaprisma, el logotipo de las olimpiadas de Moscú-80.
Venía con el Helios 44 M.
Una maravilla para entender el mundo de la fotografía, las velocidades sus relaciones con los diafragmas etc.. Lo mejor la posibilidad de entender cómo funcionaban las velocidades porque se puede disparar a la vez que se sujeta la rueda del selector de velocidades y se la deja ir poco a poco con la mano y ver cómo a 1/30 no suelta la segunda cortinilla hasta que prácticamente la primera ha llegado al final de su recorrido, a 1/ 60 la suelta a mitad de recorrido, a 1/ 125 a una cuarta parte...
Era más bien una pesadilla para hacer fotos: 1,5 kg al cuello entre cámara, funda y objetivo; la rosca de trípode en el extremo derecho, un desafrio con el que no podía ningún trípode al que yo pudiera acceder entonces; el visor con una cobertura que dudo que fuera superior al 80-85 %, lo que terminaba en que en la foto me aparecían bombillas que yo no veía por el visor al disparar y arruinaban las fotos; velocidades muy limitadas y, en mi caso, el plastiquito que tapaba el fotómetro se desprendió muy joven y no dejaba actuar a la aguja, por lo que tuve que buscar fotómetro de mano. El sistema de arrastre de la película era casi una rueda de cuchillos, que si te despistabas un poco al colocar la película podía rasgar fácilmente el espacio entre los agujeritos y cuando ibas por el fotograma cincuenta y tantos darte cuenta de que habías disparado todos en el mismo lugar de la película...
Y ahora, de los años en el armario y en la vitrina se me ha descogorciado el pentaprisma y no veo bien por el visor, pero le tengo cariño y no me deshago de ella por nada.
Recuerdo haber entrado en la sala de profesores de un instituto en el que trabajé y saber que había allí una Zenit antes de verla, por el olor que desprendían sus fundas de cuero. A partir de que las fundas pasaron a ser sintéticas ya no fue nunca lo mismo.