Hay varias cosas que me han gustado. En primer lugar, los colores me parece que tienen unos tonos y una saturación muy naturales, y me pasa lo mismo con los contrastes. Lo he notado sobre todo en el aspecto de la piel de los retratos, en los cielos, el agua del mar...
En la panorámica de la ciudad, encuentro atinada la composición a partir del recorrido del mono rail, y también que se vea la alambrada. Sin éstos dos elementos, la foto sería más complicada de ver, sin un recorrido claro para la vista. Además, ambos contribuyen a reforzar la impresión de abigarramiento que desprende la panorámica, creo.
En cuanto a los retratos, cercanos y directos, me gusta cómo los has buscado, con el protagonista claramente aislado pero al mismo tiempo integrado en su ambiente. No parecen disparados de manera furtiva.
Pero lo que me ha convencido realmente es el encaje de las fotos en la serie. Cada una de ellas cuenta su pedacito de historia de la ciudad. Empezar con un panorámica general y compleja, e ir derivando después hacia encuadres más concretos y sencillos, me parece un acierto y un planteamiento interesante.
En cuanto a la cámara, déjame contar un pequeña historia. Mi hija tiene un vestido color morado oscuro. Un día le hice un retrato con la Nikon D5000 y el vestido salía... ¡azul marino! Disparé una y otra vez, cambiando el balance de blancos, la saturación de la pantalla... y nada, seguía saliendo azul marino. Por eso, al ver tu foto de la vendedora de ropa, y ese vestido al fondo de color morado, se me vino a la mente esa anécdota. Tú no has tenido el mismo problema.