El enigma del viejo carrete olvidado.

[Recesvintus]

Capítulo I

Unos meses ha, mi dueña a bien hubo agasajarme con una cámara que. llegada la señalada fecha en que procedía, me entregó. Tratábase de una Agfa Isolette III, procedente de la Pérfida Albión y en un magnífico estado estético y también de funcionamiento.
Al recibirla y proceder a la suya limpieza y puesta a punto, pues es completamente funcional, descubrí que, en el suyo interior, aún portaba un carrete de fotos ya utilizado. Llevado por la curiosidad, indagué un tanto en él, hasta descubrir la suya firma: un Jessop R50.

Pronto comencé a dejar ancho campo a la mía imaginación, contemplando la posibilidad de que el carrete aún fuera revelable e intentando suponer las imágenes que atesorar pudiera: ¿paisajes, retratos, monumentos... o quizás algo más escabroso? ¿algún conocido personaje de la díscola y excéntrica aristocracia inglesa en actitudes comprometidas?, ¿psicoimágenes de una insondable paralela dimensión?, ¿el príncipe Carlos en tanga...? Dada la mía impericia en el revelado, pues nunca había acometido alguno, determiné dejar el carrete guardado para, el día que me considerase capacitado para facerlo, proceder al suyo revelado.
 
Así transcurrieron los días; uno de ellos, navegando por la red, di con una página británica especializada en el revelado de carretes antiguos, mas, al contemplar los elevados honorarios de los buenos reveladores británicos maeses, y no estando los dineros del Reino para muchas alegrías, determiné, aún con mayor convicción, esperar a que mi propia merced se curtiese en el arte del revelado para afrontar tamaña lid como la que aqueste viejo y enigmático carrete suponía.
 
Capítulo II

De aqueste modo, tras recopilar la debida información, documentarme al respecto, adquirir y debidamente preparar las pócimas, filtros, pociones y ungüentos necesarios, el pasado sábado por la noche, cuando daban ya maitines, decidí acometer mi primer revelado, de cuyas circunstancias y de lo que en él acaeció no os diré más que, llegada la hora de la medianoche, en que lo más extraordinario tiende siempre a acaecer, convertí el baño de palacio en un auténtico templo de la alquimia.

Asemejando un sumo sacerdote iniciando un ancestral y arcano ceremonial, procedí al revelado de un carrete que completado había con fotografías de escaso mérito, fechas sin otro propósito que el de finarlo lo antes posible para, con él, prudentemente, facer una primera prueba, ya que el temor a acometer una magna pifia y dar irremisiblemente al traste con fotografías que para mi merced tuvieran cierto valor, impedíame osar a tratar con los carretes por los que profesaba cierto aprecio, entre ellos y, ante todos, el viejo carrete olvidado.

Tras verter el revelador y esperar el preceptivo tiempo a fin de que el suyo efecto surtiera los deseados resultados, unos 10 minutos, ayudándolo con los pertinentes y regulares agitados propiciatorios, cada 30 segundos, vacié el tanque de revelado para volverlo a llenar con la pócima del baño de paro, a la que siguió la poción de fijado, durante otros 10 minutos con nuevos agitados que asemejaban un insondable atávico ritual.
 
Únicamente restaba el abrir el tanque y comprobar el fijado para proceder al lavado de la película, primero con agua y, finalmente, con la pócima humectante; mas, cuando la extraje, mi merced pudo con horror comprobar que todo el rito fue en vano, pues apareció el celuloide completamente transparente, sin imagen alguna. Recordé la extraña facilidad con que rebobiné el carrete en la cámara y pronto concluí que tamaño fiasco debiose a una incorrecta colocación de la película, que no discurrió como debía y, por tanto, tampoco se impresionó. Afortunadamente, el intrascendente contenido del carrete no suponía una gran pérdida, aunque sí produjo una cierta desilusión en el mío ánimo.
 
Entre tanto, el viejo carrete olvidado, atesorando el suyo latente misterioso contenido, permanecía aún al abrigo del compartimento de la antigua cámara que lo portaba, aguardando…
 
Capítulo III

Mas la adversidad no supone a los valerosos más que propicia circunstancia para ante ella crecerse, y, así, herido en el mío orgullo y, nobleza obliga, ansiando redimirlo, dirigí la mía mirada hacia la veterana Agfa Isolette III que, en el suyo interior, portaba el misterioso y, en su día, olvidado o ignorado viejo carrete, con la firme determinación de tratar de sacar a la luz cuantos fantasmas del pasado, atrapados en esos negativos, albergara.
 
El suyo sugestivo vetusto aroma que al manipularlo desprendía, no facía más que estimular aún más la mía imaginación. Quiero pensar que fruto de ello, y de ninguna otra cosa, fue el refulgente halo de extraña luz que de él parecía emanar. O quizás fuese ello más bien fruto de la inhalación de los vapores de tantas pociones en tan reducido espacio…
 
Tras finalizar un nuevo ritual de revelado y extraer la película, no sin temor a una nueva pifia como resultado, del tanque a fin de proceder al suyo lavado, mi merced pudo comprobar, con cierta inquietud, que los primeros cinco fotogramas contenían los negativos de imágenes informes, como si alguna mano poco ducha en el manejo de la cámara la hubiese disparado en movimiento o sin los debidos ajustes, apareciendo incluso dobles solapadas exposiciones; era obvio que la suya penosa calidad, en aquesta ocasión, no obedecía a mi impericia revelando, sino a la torpeza de quien, en su día, utilizó la cámara.
 
Sin embargo, repasando los negativos con mayor atención, reparé en uno de ellos, en el que adivinábase algo semejante a un extraño rostro...
 
Capítulo IV

Continué, pese a la escalofriante inquietud que aquel esbozo de rostro en negativo suponía, observando y revisando la película, ya enjuagada con la poción humectante y colgada de la estructura de la mampara de baño para el suyo secado, y, tras un par de fotogramas en blanco, asemeja que la cámara fue utilizada con mayor tino y destreza, pues aparecieron otras cinco imágenes, claramente definidas, de lo que parecían ser paisajes urbanos de alguna misteriosa y desconocida localidad.
 
Eran ya bien pasadas Laudes y tanta magna emoción e intriga facían tal mella en el mío ser, que viose embargado por el sueño, decidiendo así, prudentemente, dejar secar el negativo por el resto de la noche y retirarme a los míos aposentos a descansar.
 
No contaré a Vuesas Mercedes cuán magna dificultad supúsome caer en los brazos de Morfeo, pues el ansia por positivar esos negativos no facía más que llevarme a maquinar la mejor forma de acometer tamaña empresa. Al no poseer ampliadora ni equipo de laboratorio para positivar el negativo en papel, y no haber encontrado aún un digno escáner de negativos que mereciese los dineros que su adquisición supone (llevo largo tiempo tras un Canon 9000f, pero en todos los comercios en los que por él pregunto, me informan que se halla agotado y a la espera de reponer), hube de determinar, casi oníricamente, qué sistema utilizar que me permitiese contemplar las imágenes, ya positivadas a no mucho tardar.
 
Recuerdo que, cuando evoqué el recuerdo del ingenio discurrido por maese Dani9batan y tomelo como modelo para fotografiar con mi fiel 450D los negativos, por fin pude conciliar definitivamente el sueño; era ya cerca de la hora de Prima, en concreto, las 5:30 de la madrugada. Mas únicamente cuando determiné la forma en que digitalizaría y positivaría esos negativos, el mío espíritu halló el suficiente sosiego para dormir y descansar.
 
Me esperaba una en verdad emocionante jornada, en la que los secretos del viejo carrete se materializarían, por fin, en imágenes y el suyo misterio quizás quedase, nunca mejor dicho, revelado.
 
Capítulo V

Al día siguiente, tomando como modelo el de maese Dani9batan, construí rudimentariamente el ingenio para fotografiar los negativos y procedí a facerlo con la mía Canon 450D. De aqueste modo, obtuve una fotografía digital de cada uno de los negativos del carrete, lo cual me posibilitaba pasar a tratar esos viejos negativos argénticos ya con tecnología digital.
 
Los transmití al mío ordenador y, uno por uno, los fui positivando con la función “invertir” de un conocido programa de edición cuyo nombre no mencionaré para no facer publicidad gratuita alguna del Adobe Photoshop en su versión de prueba gratuita de la suya última edición a los 3 ó 4 parroquianos que, tan fielmente, tenéis a bien seguir aquesta historia.

Conforme los positivaba, aparecían ante mí, en la pantalla del mío ordenador, las, dados los rudimentarios medios empleados para el suyo positivado, sorprendentemente definidas imágenes olvidadas que, en su día, captó la cámara y que a continuación, ya sacadas a la luz tras su luengo letargo, a bien tengo ir mostrando a Vuesas Mercedes tal y como se revelaron ante los míos ojos.
 
La primera, fue la que peor aspecto mostraba, con multitud de manchas fruto del mal estado de esa parte del negativo. La documentación con la que, a posteriori, ilustrado me he acerca del revelado de carretes antiguos, señala que dichas manchas son consecuencia de quedar la película adherida al papel opaco que la protege, dando lugar los restos de éste en el negativo a esa añeja apariencia al revelarlo. Con ella compruebo que el carrete no es en exceso vetusto a juzgar por los modelos de automóviles y el atavío de la damisela que en ella se observan (últimos años 80 o principios de los 90, quizás). El sujeto principal es ese curioso molino que, con la suya pintoresca y majestuosa apariencia, domina la composición:
 
 


Capítulo VI
 
La segunda imagen muestra una sublime paisajística composición de una carretera que atraviesa una zona residencial de unifamiliares aposentos que, por las suyas hechuras, asemejan ser inglesas.

Sin duda, fue realizada por alguien que conocía perfectamente la cámara y atesoraba sólidos conocimientos de fotografía, pues el encuadre y la composición, con esas bellas compositivas líneas paralelas diagonales en profundidad dominantes que forman la carretera, sus vallas y ese canal que separa ambas calzadas, facen, devenir lo que, con otro encuadre, no sería más que un anodino y vulgar paisaje, en una imagen en verdad atractiva a la vista.
 
Mas lo que realmente nos interesa de la imagen, como elemento de referencia de datación, son los modelos de los automóviles que en ella se divisan, y que parecen tratarse, de izquierda a derecha, de un Ford Escort RS de finales de los 80 o principios de los 90, un Rover 25 de mediados de los 90, y, lo que parece ser un Volkswagen Passat, de la misma época que el anterior.

Ello llévanos a una datación aún más reciente de la inicialmente supuesta, yendo ello, por un lado, en detrimento del romanticista encanto de lo añejo que el viejo carrete atesorar pudiera, pero llevándonos, por otro, a inicios de la primera década del nuevo milenio, confiriendo pues al tema del viejo carrete una nueva apocalíptica y milenarista dimensión, que explica todo de cuanto extraordinario en él, en adelante, aparecer pudiera.




Capítulo VII

En la tercera fotografía, muéstrase una calle de lo que aparenta ser un barrio industrial, con pocos elementos de referencia, salvo un automóvil de irreconocible modelo al fondo del callejón, y lo que aparenta ser, supongo, una cámara de seguridad protegida por un enrejado, en la parte superior izquierda.
 
Vemos como, de nuevo, el fotógrafo nos muestra un lugar anodino, aparentemente sin mayor atractivo y, merced a su buen facer, logra una composición de magna profundidad plena de atractivos triangulares repetitivos patrones que, a semejanza de una dentada sierra, la parte superior de esas industriales naves del callejón forman. A no dudar, el maese que manejaba la cámara poseía un privilegiado fotográfico ojo:
 



Capítulo VIII

La cuarta fotografía que revelose, al positivarla mostró una bella y bucólica zona residencial de viviendas unifamiliares.

Vemos en ella algunos ejemplos de arquitectura típicamente inglesa, y un automóvil, cuyas formas recuerdan a las que predominaban en la primera mitad de los 90, aproximándose mucho a la línea de aquel afamado modelo que fue Citroën BX.
 
Si observamos con detenimiento, repararemos también en un maese que pasea a dos canes, lo cual nos lleva a descartar la teoría de cualquier apocalíptico evento que hubiera causado que no se viese nadie por las calles. Había vida pues en esa localidad o, al menos, aparentaba haberla:
 


Capítulo IX

Por último, en el quinto negativo, que, como vuesas mercedes recordarán, cerraba el cupo de los que, al revelar, habían aparecido con definidas y bien fechas imágenes, hallamos un nuevo elemento clave en la secuencia de imágenes que el carrete ofrecía y que será de gran ayuda para tratar de identificar el lugar.
 
Entre los tejados de lo que asemeja ser un barrio industrial, asoma la alta y estilizada torre, del más ortodoxo y clásico estilo gótico inglés, de una iglesia.

Una vez más, el fotógrafo nos da una evidente muestra de su fotográfica sapiencia, destreza y buen facer, con esa torre descentrada en el encuadre, como debe ser, y prácticamente a un tercio del margen derecho, tal y como los más ortodoxos compositivos fotográficos cánones recomiendan, compensando la composición con esa galería acristalada que, a modo de luenga claraboya, se alza sobre el tejado del edificio más a su izquierda. Como último compositivo alarde, vemos ese muro inferior, en principio totalmente carente de interés, pero que cumple la importante misión, y por ello debió de ser incluído en el encuadre, de guiar nuestra vista, mediante las verticales compositivas líneas que facen esos pilares a él adosados y que tanto destacan en la suya superficie, hacia los elementos más importantes de la fotografía que más arriba de él se hallan y que ya hemos visto: la torre y la galería acristalada.

De todos modos, para nos, investigadores de cuantos enigmas e interrogantes el viejo carrete plantea, lo más importante que la fotografía aporta, es esa característica torre gótica, que, como veremos en las siguientes entregas, nos resultará de magna utilidad a la hora de desvelar parte de esos misterios que el viejo carrete, en un principio, planteaba:
 




(Continúa con el capítulo X unos mensajes más adelante)

[DSiliceo]

¡Genial!

Lo de la localización es estupendo: ¡lo debes haber pasado de miedo buscando, rebuscando y encontrando al fin! Y el revelado está muy bien (ya he visto tus otros dos hilos al respecto, pero no voy a repetir lo mismo tantas veces). La Isolette III es canela fina; yo tengo una con un objetivo Apotar 1:4.5 85mm y es, con toda seguridad, la única cámara de la que no me desharía nunca.

[oso]

Esto es lo que le da a la fotografía un aire especial. Y es que no se divierte el que no quiere....

[Javier M.]

Bonita historia caballero  y gran decisión tomada 

[Boira]

¡Qué emocionante lo del carrete! Imagina que tuviese fotos comprometidas de algún ministro o aristócrata de postín 
Muy curioso y buen trabajo de búsqueda (y captura) del lugar 

[avr001]

Que buena historia y que gran cámara la Isolette III

[luli2000]

Maese Recesvintus, enhorabuena por saber disfrutar así de la fotografía.
Salud.

[Charrán]

Muy interesante, a  partir de ahoa andaré con más cuidado antes de abrir una cámara vieja que compre. La primera foto tiene un aire de antigua muy chulo, que contrasta con los coches y el aspecto moderno de la señora.

[alfredo5D]

Buena narración de la búsqueda, un placer leerlo...
Un saludo!

[Javier DA]

Gracias por el post. Me encantaría encontrar algún carrete de éstos, pero el único que he encontrado en una cámara estaba velado. No sé si conocéis a un tal Gene M. que postea mucho en photo.net, en Classic Cameras y que además de coleccionar cámaras baratas (y no tanto), también se especializa en revelar "found films", es decir películas expuestas en su día y no reveladas. Al parecer recibe películas de todo el mundo (o sólo USA). Sus comentarios a las fotos no tienen desperdicio.

http://westfordcomp.com/updated/found.htm

Javier

[jorgekarras]

+ 1

[Recesvintus]

Capítulo X

Tras las cinco imágenes que contemplado hasta ahora hemos, aparecieron otras tres completamente veladas, seguidas por, dos más, que podríamos también calificar como inservibles por no albergar definido detalle alguno en ellas y, por fin, como ya avanzamos en un capítulo anterior, las dos más misteriosas e inquietantes de todo el carrete.
 
Para que la suya visión resulte lo menor lesiva posible al vuestro ánimo y entendimiento, mostraré primero a vuesas mercedes los negativos a fin de que, mediante la suya contemplación, vayan faciéndose una gradual idea de cuán indescriptible inquietud causarán una vez reveladas.

En la primera de ellas, supónese un solapamiento de dos exposiciones, puede que debido a una supina impericia en el manejo de la cámara por parte de algún inepto, o puede que obedeciendo a una desconocida fuerza que dio lugar a tan fantasmagórica imagen, que asemeja ansiar materializarse, sin ello conseguirlo, como si de un espíritu que manifestarse desease y ello no lograra.
 
He aquí el suyo negativo:



Y he aquí el resultado de la imagen ya positivada ¡cuán magno horror, vive Dios!:



En el negativo restante, apareció de nuevo, progresivamente más definida, la faz que, como atrapada en el tiempo y desde otra ignota dimensión, parecía observarme desde la ventana a aqueste mundo que el revelado negativo ofrecíale.

Ante tamaño horror como el que contemplaba, vive Dios que un gélido escalofrío recorrió todo el mío regio ser.

Muéstroos a continuación, si es que Vuesas Mercedes resisten la suya contemplación, ambos fotogramas, al igual que el anterior, primero el negativo y luego la imagen ya positivada, de la que asemejaba ser una ultradimensional psicográfica faz, si no es que era el rostro del mismísimo maligno. En sucesivas entregas, ya menos afectados por el trauma de su reciente visión, trataremos de aventurar más racionalmente el suyo verdadero origen:



Y he aquí, magno horror, la imagen ya invertida, positivada, tal y como manifestábase:




Capítulo XI
 
Tras examinar las primeras cinco imágenes, fue inevitable, tal y como Vuesas Mercedes supondrán, el plantearme el reto de averiguar la localización del paraje al que correspondían.

Las mías ansias por conocer a qué lugar concreto pertenecían esas imágenes del majestuoso molino, aquel barrio industrial de misteriosos callejones, esos bucólicos barrios residenciales y la magna gótica torre de iglesia, pronto devinieron en franca obsesión.
 
Así, decidí tomar los elementos de referencia más característicos que en cada una de ellas aparecían, para, basándome en ellos, iniciar una apasionante investigación ante la pantalla del mío ordenador.
 
Dado que la cámara procedía de la Pérfida Albión, comencé por recabar información sobre los molinos de viento ingleses. A fin de no hastiar a Vuesas Mercedes con pormenorizados detalles de la afanosa labor de investigación que pudieran facer aún más plúmbeo, si cabe, aqueste relato, sólo mencionaré que no tardé en dilucidar que, el hecho de que el de la fotografía estuviese dotado de cinco aspas, era un dato que, por atípico y poco común, facilitaríame en demasía la ardua labor de localizarlo; una búsqueda "five sailed windmills" pronto me llevó a los molinos de viento de la localidad de Alford y al Maud-Foster de la de Boston, ambos en el condado inglés de Lincolnshire.
 
Descartado el primero por, a pesar de asemejarse un tanto, no coincidir en algunas de sus definitorias formas con el que buscaba, las hechuras del de la fotografía concordaban bastante, en cambio, con el Maud Foster de Boston, a tal punto de poder asegurar que se trataba del mismo.
 
Juzguen Vuesas Mercedes, compárenlo con el que aparece en la fotografía del viejo carrete y fíjense, en particular, en el número de ventanas, en el barandal y en las hechuras en general:
 
http://www.mirror.co.uk/lifestyle/travel/british-breaks/mills-great-buildings-powered-by-wind-393281

Teniendo también, como ya vimos cuando comentamos la fotografía en que aparecía, la evidencia de la torre de la iglesia, no tuve más que indagar sobre iglesias góticas en Boston y, hete aquí, que di con, nada más y nada menos, la del mío venerado y admirado San Botulfo:
 
http://en.wikipedia.org/wiki/St_Botolph's_Church,_Boston

Las hechuras de la suya torre asemejan coincidir con las de la fotografía del viejo carrete, al punto de en verdad poder asegurar con total certeza que son las misma. Mi merced, ante tamañas evidencias, asume pues que el lugar corresponde a la ciudad inglesa de BOSTON, sita en el no menos inglés condado de Lincolnshire.
 
http://www.bostonuk.com/

Una muy noble villa pues la de Boston que, merced a las fotografías que revelonos el viejo carrete olvidado, ya conocemos, y aún habremos de conocer, mejor.
 
Así pues, ya con la mía magna inquietud por averiguar el lugar en donde se ficieron las primeras fotografías que revelado había mi merced ya aplacada, procedí a retirarme al refectorio de Palacio a degustar los exquisitos manjares que me esperan para celebrar tamaña gesta. Ni qué decir tiene que una exquisita cerveza no faltó en los fastos.
 
Sabed que fue tan magna la satisfacción, que resistir no pude a compartirla con Vuesas Mercedes para, en cierto modo y a través de la suya lectura, faceros también partícipes della.
 
Mas no hayáis de desesperar ni que el haber llegado a aqueste punto os inquiete por tomar el relato por finado, pues aún nos queda alguna interrogante por resolver y, en el suyo esclarecimiento, partícipes habéis de ser.

(Los párrafos anteriores pertenecían al primer mensaje; no cabían en él debido a la limitación de caracteres y es por ello que los he reproducido en este mensaje)
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Capítulo XII 

Celebro que la historia haya resultado del vuestro interés, mis buenos y fieles maeses. Mi merced, en verdad, ha disfrutado en magno modo con aquesta lid del misterioso carrete olvidado.

A pesar de haber resuelto satisfactoriamente el enigma que planteaba la localización de las imágenes, aún hay otro, mucho más complicado de resolver tan concluyentemente, que inquieta al mío ánimo, y es el que plantea el hecho de que los primeros negativos (los más antiguos, numerados del 1 al 5) muestran imágenes captadas de un modo tal que de él se desprende un magno y diestro conocimiento de los controles de la cámara y denotan cierta habilidad y gusto para componer. Tras tres negativos en blanco, los cuatro siguientes sólo muestras imágenes informes, que denotan claramente que la cámara fue manipulada por alguien que carecía tanto del conocimiento de uso que sus controles requerían, como de la más mínima fotografica habilidad. 

A partir del hecho objetivo que denota lo anterior, a saber, que las imágenes del carrete fueron tomadas por dos distintos maeses, podemos aventurar distintas teorías.

Mi merced ha supuesto que quizás las primeras cinco fotografías que ilustran diversos parajes de la ciudad británica de Boston, fueron realizadas por el legítimo dueño de la cámara, puede que en un viaje a esa localidad.

A partir de ahí, alguna contingencia acaeció que hizo que la cámara cambiase de manos; el hecho de que el carrete, con unas fotos realizadas con cierto tino y esmero, dignas pues de cierto aprecio por parte de quien las fizo, quedase en la cámara, puede denotar que ese cambio no fuese voluntario. Puede que la cámara fuese, en el mejor de los casos, olvidada por su legítimo dueño en algún lugar y alguien la encontrase; o que, en el peor, fuese sustraida al suyo dueño por algún avezado amigo de lo ajeno a quien las añejas y pintorescas hechuras de la Isolette llamaron la atención y consideró del suficiente potencial valor para hurtarla; o puede también que algo sucediese al propietario y la cámara llegase legítimamente a algún heredero.

Capítulo XIII 

El caso es que, bien se tratase de un hallazgo, de un hurto, o de una herencia, el carrete nunca fue retirado de ella, y su nuevo poseedor probablemente la abrió, de ahí que hubiera un par de negativos velados, para luego, una vez comprobado que la cámara albergaba un carrete en su interior, disparar , haciendo fotos, sin orden ni concierto, hasta agotarlo.

En un par de imágenes correspondientes a esos últimos negativos, aparece una misteriosa y enigmática faz; quizás, si el maese apuntó la cámara hacia sí para ver el objetivo mientras disparaba, el inquietante rostro corresponda al de aqueste segundo propietario que, según las deducciones expuestas, tantas dudas plantea acerca de la suya legítima posesión de la cámara. Os muestro a continuación, la más clara de ellas:



Llevado por la curiosidad y por el temor a haber adquirido algo, por legítimamente que lo hubiera hecho, de dudosa procedencia, decidí recabar mayor información del vendedor de Ebay al que fue adquirida la cámara, y que, a tenor de sus transacciones, resultó ser un marchante con un amplio historial de compra y venta (más lo segundo que lo primero) de material fotográfico de segunda mano, al que hemos de suponer, además de honradez , unos conocimientos mínimos sobre fotografía que, probalemente, lo excluyen como autor de las penosas últimas fotos del carrete. Ello pues, vendría a corroborar la teoría de que, entre él y el primer propietario de la cámara, la Agfa Isolette estuvo en manos de una tercera persona que fue la que fizo las últimas fotos y, quizás, puede que también la que hizo llegar la cámara al marchante de Ebay al que fue adquirida por mi esposa. Otro dato interesante: el marchante es de Boston, la misma localidad donde están tomadas las primeras fotografías . Tal hecho, además de corroborar el lugar donde se tomaron las fotos, confirma que la cámara, si es que llegó allí con su dueño en un viaje turístico, por un motivo u otro, ya no regresó con él al suyo lugar de origen.

Con los datos expuestos, pueden aventurar vuesas mercedes las teorías acerca de lo que crean que acaeció que estimen oportunas y aquí citarlas. Quizás alguna se aproxime a lo que realmente acaeció, aunque ello será difícil de constatar con total certeza.

Recibid un muy cordial saludo.

[DSiliceo]

La historia mejora por momentos...

[berne]

Vaya que si mejora!! envidia te tengo Recesvintus por tal magnos hallazgos y suposiciones!!

[Recesvintus]

He de aclarar, mis buenos maeses, en aras de no levantar falsas espectativas, que mi merced no tiene constancia cierta alguna de lo que realmente ocurrió; únicamente, en función de las evidencias mencionadas en mi anterior mensaje, puedo aventurar las conjeturas que también en él mencionado he. Cierto es que siempre cabe la posibilidad de intentar contactar con el vendedor y tratar de lograr de él alguna información, cosa que no he hecho.

Dejé un par de los últimos negativos sin positivar pues, en principio, al no contener imágenes definidas algunas e incluso con alguna imagen sobreimpresa (a pesar de ser algo difícil de facer con la Isolette, dado el suyo mecanismo de seguridad que impide la doble exposición), no veía interés alguno en ellos; conforme he ido profundizando en la que, asemeja ser, procelosa historia del viejo carrete, procederé a positivarlos por si en alguno de ellos hubiera algún indicio más que arrojase más luz al tema.

Entre tanto, agradecería que, si alguna de vuesas mercedes, a la vista de los elementos de juicio con que contamos, fuera capaz de aventurar alguna otra diferente teoría sobre lo que acaecer pudo, la expusiera, pues a fe mía que será bienvenida.

Un muy cordial saludo.

[Charrán]

Mandas esta historia a Cuarto Milenio y te hacen un especial "¿Quién es el fantasma de Boston?".
Mi teoría es que la cámara era de un señor o señora que ha muerto. Alguno de sus herederos ha vendido la cámara al vendedor de eBay. El hecho de que al final haya fotos mal hechas puede ser que alguien ha estado probando la cámara in situ en la tienda, sin darse cuenta que tenía un carrete dentro, disparando sin ton ni son. Yo lo he hecho alguna vez en alguna tienda, digo lo de coger una cámara antigua y mirar por el visor y encuadrar y disparar lo que sea. Puede haberlo hecho el mismo dueño de la tienda para ver si la cámara funcionaba.

[Recesvintus]

Mis buenos maeses, habéis de saber que, con la perspectiva de los acontecimientos que ofrece el prudencial transcurrir del tiempo y el más sosegado ánimo, en aquestos días he reestructurado y ampliado un tanto la historia, en aras de una mejor y más lineal narrativa fluidez que espero la haga resultar más atractiva.

Ya que aquí escrita ha de quedar, he preferido que figure tal y como lo face en la definitiva versión que finado he en aquestos pasados días y que he reproducido editando en el primer mensaje del hilo y en el siguiente que en él escribí. En ellos la tenéis pues en la suya definitiva versión.

Si a bien tenéis releerla, facedlo poco a poco, pues quedado ha un tanto luenga, a fin de que en exceso plúmbea no os haya de resultar.

Adviértoos que aún restan los epílogos 

Recibid un muy cordial saludo.

[Recesvintus]

El enigma del viejo carrete olvidado. Epílogo (I):

-De San Botulfo y la extensión del suyo nombre:

 Dado que la providencia de los hados, que fizo caer el viejo carrete en las mías manos, quiso llevarnos hasta la localidad inglesa de Boston, creo que procede profundizar un tanto en los suyos más definitorios caracteres que la conectan con las imágenes, las cuales, a través del viejo carrete olvidado, de ella hemos conocido.

 Como primera curiosidad, citaremos la de la etimología del propio topónimo de la localidad: Boston, que no es sino una contracción de “Botolph’s Town” es decir “El pueblo de Botulfo” (Botulfo, en inglés, es “Botolph”).

Era, el buen Botulfo, un monje sajón (recordemos que los pueblos germanos de los anglos, jutos y sajones habían invadido, ya desde el Siglo V y para magno cabreo de los nativos pueblos celtas britones, el Sur y el Este de lo que hoy conocemos como Gran Bretaña) que, según la legendaria tradición, allá por el anno domini de 654 a bien hubo el fundar un monasterio en las orillas del río Witham, río que, convenientemente canalizado, pudimos ver en una de las fotografías del viejo carrete que nos conectan con la Historia.

El bueno de Botulfo fue un monje que, merced a la suya monástica y pía labor, fízose en verdad popular en los condados de Yorkshire y Sussex, a tal punto de devenir Santo varón y serle dedicadas numerosas construcciones de religioso carácter, como la Iglesia de San Botulfo de Boston, cuya luenga torre, popularmente conocida como "the stump" (algo así como "el palo" en nuestro idioma), hemos podido contemplar en otra de las imágenes que el viejo carrete olvidado atesoraba y que, de nuevo, vuelve a conectarnos con la Historia.

El suyo nombre transcendió las fronteras de la Pérfida Albión, al ser llevado por emigrantes procedentes de la primigenia localidad de Boston, allende sus fronteras. Así ocurrió en el anno domini de 1630, cuando, un decenio después de la gesta de los colonos del “Mayflower”, nuevos colonos ingleses fundaron la ciudad de Boston en la península de Shawmut, en lo que entonces conocíase como Nueva Inglaterra y que fue el origen de la conocida y afamada actual ciudad de Boston, perteneciente a la mancomunidad y estado de Massachusetts, de los actuales Unidos Estados de América del Norte.

 Procede pues, ya que de él ya conocimiento tenéis, que Vuesas Mercedes tengan a bien recordar a San Botulfo de cuando en cuando (el suyo santoral conmemórase el 17 de Junio), bien sea para buscar la suya gracia mediante la pía evocación o la oración o, como también suele ocurrir con el resto de los suyos santos colegas entre el común del vulgo, para desahogo del ánimo ante cualquier adversa circunstancia.

(Continuará)

[Vespacito]

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Troll.